ESCRITO POR: MarÍa Cecilia Pertuz Molina / Laura Ramos Jaimes
En Colombia, en el año 2010, los hombres y mujeres mayores de 15 años consumieron en total 15,2 y 9,4 litros de alcohol en promedio, respectivamente. Esta tendencia de mayor consumo en los hombres también se presenta en las 9 principales ciudades de Latinoamérica. Asimismo, se evidencia que las mujeres son quienes se ven más perjudicadas por las ingestas de alcohol por parte de los hombres, ya que suelen ser las víctimas directas de los comportamientos agresivos de éstos, al estar bajo la influencia del alcohol (Medina Mora, Quintanar, Guiot, Rodas, & Vásquez, 2005; Natera, Juárez, Medina-Mora, & Tiburcio, 2005; Natera, Tiburcio, & Villatoro, 1997). Al parecer, estos datos han motivado que las campañas masivas en contra del consumo de alcohol representen el abuso de éste como una de las mayores causas de violencia intrafamiliar.
La personificación de quien toma alcohol y ataca a su familia, se asocia con un hombre de edad adulta que no controla sus impulsos agresivos en contra de quienes ama. En Colombia, una de las campañas, realizada en una cadena nacional televisiva ampliamente conocida, muestra un padre de familia que ataca a su pareja, maltrata a su hijo y, como resultado, los ve partir en un taxi desde la ventana de un hogar ahora vacío (ver video).
Hay varios ejemplos de este estereotipo en campañas de otros países (ver video, ver video).
Ante lo anterior, señalar el exceso de alcohol como causa de la violencia intrafamiliar puede generar una cortina de humo sobre las causas estructurales y profundas de ésta. Es entendible que la embriaguez se considere una de sus causas, pero no es la única; por eso, nos llama la atención cómo esta masiva y unicausal representación del problema puede servir para desviar la atención de otros factores negativos fundamentales como las dinámicas de poder y control de los hombres, que llevan a la violencia intrafamiliar, sin necesidad de que medie el consumo de alcohol y/o sustancias psicoactivas. Por ejemplo, se ha demostrado que cuando hay consumo de alcohol se presentan otras imprudencias y agresividades por parte de los hombres, que no están directamente relacionadas con la violencia contra la mujer:
- Asumir el rol de “playboy” (tener múltiples parejas sin comprometerse en una relación).
- Suprimir sus emociones e involucrarse en confrontaciones violentas físicas, desligadas del control sobre las mujeres (Wells et al., 2014).
- Reducción del autocontrol, de la evaluación de riesgos y menor control físico.
Por lo tanto, nos interesa explorar si hay una identidad masculina, una forma de ser hombre, que los incentive a ser violentos contra las mujeres y otras personas consideradas débiles. Para esto, queremos proponer una definición de “masculinidad” en el contexto colombiano, que siguiendo a Connell y Messerschmidt (2005), son las acciones interpersonales que confirman la hombría de quienes se consideran masculinos. Hay diferentes tipos de masculinidades, por ejemplo: la hegemónica, las subordinadas y las “nuevas” masculinidades. A nosotras nos interesa explorar la masculinidad hegemónica, que busca la dominación colectiva de los hombres sobre las mujeres, y las masculinidades subordinadas (dominio sobre niños, hombres trans u hombres de la tercera edad, a quienes la masculinidad hegemónica considera que no son los suficientemente masculinos).
Para definir la masculinidad hegemónica, se debe tener en cuenta si existe una feminidad cómplice, y cómo se relacionan entre sí. Las prácticas para garantizar la hegemonía de la masculinidad no tienen que ser violentas, pero sí es posible que -en contextos particulares- los hombres recurran a acciones tóxicas, como la violencia física.
Por lo tanto, para definir las características de la masculinidad y la feminidad en situaciones de consumo de alcohol y violencia, se requiere explorar si la mayoría de las agresiones físicas en Colombia están a cargo de los hombres o las mujeres hacia sus parejas cuando están bajo la influencia del alcohol.Con esta propuesta buscamos contribuir a entender lo que significa ser hombre y ser mujer en Colombia, un país donde se han hecho pocas exploraciones sobre la estructura de género y las relaciones de poder; y adicionalmente, vincular estas definiciones con una práctica generalizada y popular, como es el consumo de alcohol en Colombia.
Referencias Hnin Hnin, P., Claeson, M., & Correia, M. (2002). Gender and alcohol consumption and alcohol-related problems in Latin America and the Caribbean. Revista Panamericana de Salud Pública, 12(1). Medina Mora, M. E., Quintanar, T., Guiot, E., Rodas, L., & Vásquez, L. (2005). Alcohol in Latin America, regional developments on use, abuse, related problems and control of alcohol related harm: a review. Organización Mundial de la Salud. Natera, G., Juárez, F., Medina-Mora, M., & Tiburcio, M. (2005). Drug and alcohol consumption, depressive features, family violence, and their links with crimes: arrests and denunciations. In Substance Use and Misuse (p. 42). Natera, G., Tiburcio, M., & Villatoro, J. (1997). Marital violence and his relationship to excessive drinking in Mexico. Contemporary Drug Problems, 24(4), pp. 787–804. Wells, S., Flynn, A., Tremblay, P. F., Dumas, T., Miller, P., & Graham, K. (2014). Linking masculinities to negative drinking consequences: the mediating roles of heavy episodic drinking and alcohol expectancies. Journal of Studies on Alcohol and Drugs, 75(3), pp. 510–519.
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